
Después de atacar en las últimas semanas a sitios como Sony o la misma CIA estadunidense, el dúo informático respondió así a la detención en el pueblo de Wickford, a 55 km al noreste de Londres, de Ryan Cleary, 19 años, acusado de haber atacado la web de la Agencia del Crimen Organizado (SOCA), de Londres, como parte de la ciberofensiva Anti-Sec.
La policía formuló ya cinco cargos contra Cleary, entre ellos ataques de denegación de servicio (DoS) contra las webs de SOCA el lunes, y contra la Federación Internacional de la Industria Fonográfica y la Industria Fonográfica británica a fines de 2010, todas ellas en Londres.
Desde sus orígenes en los años de 1980, la cultura hacker ha ido evolucionando hasta connotar en la actualidad lo mejor pero también lo peor de esa práctica, inicialmente entendida como “aquellos que disfrutan de un conocimiento profundo del funcionamiento interno de un sistema, en particular de computadoras y redes informáticas”. Desde 2002 ha ido cobrando fuerza el movimiento de los hackers open source o “hackers por la transparencia”, un colectivo mundial que defiende por todos los medios la cultura de la apertura; incluidos ataques cibernéticos.
Precisamente sobre este tema del softawe libre, tuvo lugar en mayo en Brasilia una inusual conferencia, convocada por los departamentos informáticos de las administraciones públicas del país, en conjunción con Consegi, constructor de programas “open source”, en torno al tema del “e-gobierno” y la “open-data”. Entre los activistas presentes figuraron Rufus Pollock (Open Knowledge Foundation), Nigel Shadbolt (data.gov.uk), y David Eaves (Vancouver’s Open Government Motion), pero también un grupo de “hackers por la transparencia”, compuesto de periodistas, militantes del software libre, académicos, profesores, funcionarios públicos y también, según una crónica, de “excelentes pastores evangélicos”.
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